El Pop Art y su legado: reinterpretando la cultura popular

Pobre Diabla - Maseda - Retrato de Marilyn Monroe

El arte pop es uno de los movimientos de neo vanguardia más estudiados de la segunda mitad del siglo XX. Su partida de bautismo se sitúa en Inglaterra, aunque muy pronto saltaría hasta EEUU donde encuentra la horma de su zapato. Y es que son los americanos, con esa estética de la indiferencia, los que mejor lo desarrollan. La Doctora por la Universidad de Salamanca Marta Castanedo publicó en 2021 un interesante estudio sobre la cultura pop bajo el título ‘Muerte, desastre y accidente. Andy Warhol y el final del sueño americano’. Un trabajo reconocido, además, con el premio nacional de la Sociedad Española de estética y Teoría de las Artes a mejor publicación. En su estudio, Castanedo defiende cómo el pop ha dejado una gran influencia en las demás artes, pero también en la sociedad. Un legado que sigue hoy muy vivo. Y es que su impronta es enorme en la cultura. Imágenes populares junto a técnicas devaluadas es su fórmula. El trabajo de esta profesora se convierte en nuestro punto de partida.

Pop Art: Del viejo mundo a la tierra de las oportunidades

Pero empecemos por el principio. En los años 20 el filósofo español Ortega y Gasset escribió ‘La rebelión de las masas’. Gasset afirmaba que una minoría ilustrada podría empezar a disfrutar de elementos o rasgos de las clases privilegiadas para obtener un poder social. Esa dualidad masas-minoría se convertía en el centro del debate. Casi 30 años después, el crítico de arte inglés Lawrence Alloway se hizo eco de estas ideas para elaborar el texto fundacional del pop art. Sin embargo, lejos de defender una cultura elitista, Alloway prefiere fijarse en el gusto de la masa.

Este crítico estaba dando voz a un grupo de artistas que en los años 50 abogaban por un nuevo lenguaje. Eran, entre otros, Richard Hamilton, Eduardo Paolozzi y el propio Alloway. Un grupo exclusivo de artistas, críticos o arquitectos con ganas de subvertir el sistema. Estaban cansados de la retórica abstracta. Como afirma la profesora Castanedo estos artistas pioneros diseccionan los productos de la cultura de masas de la que toman muchas de sus referencias. Bien sea películas, tebeos o música, fundamentalmente. Una de sus principales preocupaciones es la relación entre el arte y la tecnología.

This Is Tomorrow: el amanecer del Pop Art

This is Tomorrow

En 1956 la galería Whitechapel acogió la exposición “This is tomorrow” (esto es el mañana) que se ha tomado como punto de partida del arte pop. El hilo conductor de la muestra era la vida moderna. Su presentación era asimismo toda una declaración de intenciones. Los artistas se dividieron en doce grupos. La galería se llenó de instalaciones y las piezas rivalizaban entre sí para captar la atención del espectador. Era una exposición interactiva a la que los espectadores de la época no estaban en absoluto acostumbrados. Una de las propuestas era una visión catastrófica de lo que quedaría de una guerra única. Otros, en cambio, debían defender una idea del Edén. El famoso collage que Richard Hamilton creó como cartel de la exposición es uno de los primeros collages pop art del movimiento. Mientras que Adán es un culturista que nos muestra con descaro sus músculos, Eva se ha transformado en una pin-up. En el chupa-chup que lleva esa suerte de Adán moderno puede leerse la palabra POP. En este cartel aparecen todos los elementos de una sociedad de posguerra amante de la exuberancia donde predomina el culto a la belleza, la fuerza o el sexo. ¿Les suena? Pura casualidad. Este cartel nos habla del futuro que se avecinaba. Una sociedad de consumo que en América era una realidad, pero que en la Europa de los años 50 era solo eso, un sueño. Lo más perentorio era reconstruir las ciudades devastadas y alimentar a la población.

De la prudencia del pop art británico al atrevimiento americano

Aunque Inglaterra es la cuna del pop los artistas británicos no se atrevieron a llevar al límite los postulados de este nuevo lenguaje. Frente a la prudencia de éstos, los americanos sí dieron el paso definitivo. París había perdido la capitalidad artística de la que gozaba desde hacía mucho tiempo. El final de la guerra había cambiado el mapa y EEUU surge con fuerza. Son los años 60 y Nueva York asume ese liderazgo cultural. El pop se transforma al contacto con esa clase media.

En el campo de las artes las características del arte pop americano son algo distintas al inglés. Aquí importa el qué y el cómo. La respuesta a la primera pregunta es el objeto de consumo o referentes de la cultura popular. Una iconografía popular de origen netamente industrial que se refleja en las pinturas del pop art. Acerca del cómo tenemos que descubrir un estilo que también se basa en el vocabulario de la producción en serie. Fondo y forma cobran autonomía.

Andy Warhol: de diseñador comercial a ícono del arte pop

Tengamos en cuenta que muchos artistas americanos vienen del mundo del diseño comercial y de la publicidad. Es el caso de Andy Warhol cuyo sueño y aspiración fue siempre el de convertirse en un artista del arte pop. Y así lo hizo. Pasó de ser diseñador a creador. Su apropiación de ídolos como Elvis, Marilyn Monroe o Jackie Kennedy están entre las obras más famosas del siglo XX. 

«In the future, everyone will be world-famous for 15 minutes.» — Andy Warhol

Para entender qué es el pop art y hasta qué punto su legado sigue presente en nuestra cotidianidad, hay que reconocer sus rasgos. Por un lado ese estilo puro, libre de gesto, donde no hay pincelada. Frente a otros movimientos como el Expresionismo, el arte pop intenta ocultar la mano del artista. Su lenguaje es claro y directo. Incluso podríamos decir mecánico (en el sentido de anti-artístico). Su objetivo es representar a la sociedad americana. Muchas veces se le tacha de frío. En el pop aparece muchas veces la idea de lo repetitivo, en alusión a una cadena de montaje que anula al individuo. Al fin y al cabo cualquier trabajador puede ser reemplazado. Esa mimesis con la industrialización y la comercialización, igual que en la publicidad, es una de sus marcas más reconocibles. En resumen, imágenes comerciales, sustitución de las técnicas artísticas por técnicas comerciales y el empleo de materiales industriales.

El Pop Art como precursor de la posmodernidad

Las clases populares americanas nunca entendieron el expresionismo abstracto, un estilo por cierto ya genuinamente americano, sin ser deudor de la vieja Europa. Sin embargo, el pop no fue, ni mucho menos, un estilo del llamado gusto popular. Más bien se convirtió pronto en un arte legítimo y de vanguardia. Solo que tomó prestado de la cultura popular sus iconos. Al fin y al cabo el pop es legible, comprensible, rompe el mito del artista alineado y, por encima de todo, es un arte cómplice. La recuperación de la figuración basándose en elementos de la cotidianidad es su mejor aliada.

La estética de la indiferencia en el Pop Art

Hay una idea en la que se detiene la profesora Castanedo que me parece muy acertada. Ella defiende que el arte pop no quiere parecerse a la vida real, sino que quiere parecerse a la idea o modelo de vida que transmite la comercialización o el mundo publicitario. Recordemos los trabajos de Roy Lichtenstein y cómo bebe de las tiras de cómics a través de una forma distante e impersonal, desapasionada. Esa idea de impersonalidad se puede encontrar en muchos artistas americanos, pero no en los ingleses.

El pop art americano ni es una sátira de la sociedad del consumo ni una defensa o aceptación de la misma. Según la hipótesis de Marta Castanedo el pop se limita a registrar la realidad sin emitir un juicio. De ahí que haya acuñado la frase de estética de la indiferencia. Siguiendo su discurso, esa sería la respuesta a por qué hoy día sigue siendo tan influyente. En esa propia paradoja de crítica o aceptación radica su éxito. En el pop no hay respuestas, hay silencio. Los artistas ya no dicen nada, ahora es el espectador el que otorga un significado u otro.

Otros autores defienden que en cierta manera el pop es precursor de la posmodernidad, al introducir la banalidad en el arte. Y es que hasta entonces el arte era algo tremendamente serio. Una provocación que seguimos viendo en muchas de las propuestas artísticas actuales. 

Por qué Maseda va más allá de la superficialidad del Pop Art

Maseda encuentra en el Pop Art una fuente de inspiración, pero su obra va mucho más allá. Aunque se nutre de algunos elementos característicos del Pop Art, como el uso de colores vivos como su característico flúor y la representación de figuras reconocibles, Maseda se desmarca claramente de este movimiento. Su arte se enraíza en una exploración emocional profunda y una representación cruda de la vulnerabilidad humana, aspectos que lo alejan de la banalidad o indiferencia que define al Pop Art. Maseda utiliza una pincelada gestual que contrasta con el Pop Art, que oculta la mano del artista. Maseda se deleita en el gesto, enfatizando su conexión personal con cada obra.

cuadro pop art sobre Audrey Hepburn de Maseda

Maseda utiliza una paleta de blanco y negro con toques de rosa flúor que se ha convertido en su sello distintivo. A diferencia del Pop Art, que tiende a evitar la expresión personal y la mano del artista, Maseda se sumerge en la exploración de los rincones más oscuros del alma humana. Sus retratos, cargados de una intensa expresión emocional, buscan conectar directamente con el espectador, revelando la fragilidad y las luchas internas de sus sujetos.

Mientras que el Pop Art celebra y critica la cultura de consumo a través de la repetición y la iconografía popular, Maseda se centra en la individualidad y la introspección. Sus obras, aunque incluyen figuras reconocibles, no buscan replicar la superficialidad de la cultura popular, sino profundizar en la psique humana. Esta diferenciación es crucial para entender su lugar en el arte contemporáneo.

Un ejemplo notable de esta distinción es su colección «El Club de los 27», donde Maseda retrata a músicos icónicos que fallecieron a la edad de 27 años. Esta serie no solo resalta la notoriedad de estas figuras, similar al enfoque del Pop Art en cuanto a celebridades, sino que también explora sus luchas personales y el tormento que enfrentaron. Cada retrato en esta colección es una ventana a la fragilidad y complejidad de estos artistas, abordando temas de dolor, vulnerabilidad y la efímera naturaleza del éxito y la fama.

En conclusión, aunque Maseda encuentra en el Pop Art una influencia innegable, su obra se distingue por su enfoque introspectivo y emocional. El legado del Pop Art puede verse en su uso de iconografía y color, pero Maseda trasciende estas influencias al crear un arte que no solo se observa, sino que se siente. Su trabajo, con su combinación única de técnica y emoción, redefine cómo el arte urbano puede explorar y expresar la condición humana, con colecciones como «El Club de los 27» subrayando su compromiso de mostrar la complejidad y profundidad de sus sujetos.

Patricia Mir Soria

Comisaria independiente, crítica de arte y profesora en la Universitat Jaume I de Castelló. Compagina la docencia e investigación en el campo de las artes con el periodismo cultural a través de colaboraciones con medios como la SER o el periódico El Mundo.

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